19.6.07

Libro de nanas




Según el canon de los antiguos, hay doce formas de acunar a un niño. Quizá Noemí Villamuza haya inventado la décimo tercera; que no será entonces la de la mala suerte, sino la de una ternura hondamente arraigada por los niños turbios y los claros, los dulces y los amargos, los de tierra y los que vuelan, los lentos como telas de araña y los despiertos como el oído de una madre. Y me da que este no es modo de comenzar una reseña, pero ya me disculparán: los de Media Vaca suelen ser más que libros. Este no defrauda.

La materia. Páginas blancas para la poesía y rosadas para el ensayo, con dibujos en blanco y negro; poemas en letra gruesa y de aspecto antiguo, con los títulos en granate, en la línea de las ediciones de Lorca que preparó Comares para la colección Huerta de San Vicente. A eso, dos posibles preguntas: una, ¿es un libro de nanas?; y dos, ¿y por qué no?

Los textos. La selección es buena: buenos poetas castellanos de uno y otro lado del océano y algunos cantantes; y una mayoría de textos de alegría clara, pero sin olvidar los poemas de la tristeza honda: Goytisolo y Víctor Jara, Carmen Santonja y Nicolás Guillén, mucha Gloria Fuertes, textos necesarios y textos sorprendentes; nanas para dormir y para despertar, de la adúltera, al niño malo y al que nació muerto... Y si repito la palabra honda, no me refiero a una hondura filosófica, sino de sentimiento; o también de arraigo, otra sensación de lectura que debo repetir también. Como cierre hay dos ensayos con antología de Lorca y Celaya y un colofón de Gabriela Mistral.

Las ilustraciones. Hay varios libros de nanas ilustrados, y alguno es tan dulce y expresivo como el Duerme, duerme, mi niño, que ha pintado Arcadio Lobato para Edebé, y que bien valdría para decorar la habitación de un niño: colores pastel, figuras pequeñas y rechonchas, perfiles desdibujados, ocres y terrosos, azules y verdes. Esa es quizá la concepción más tradicional; la más esperable, también. La propuesta de Noemí Villamuza es otra cosa: son la noche y el día, y quizá diría que el día, por lo que ilumina. Aun así, son dibujos en blanco y negro «porque los originales han sido realizados bajo la influencia de la noche, y la noche, como todos sabemos, se ha inventado para que los ojos puedan descansar de los colores» (Herrín Hidalgo).

El conjunto. La sensación que predomina en mi lectura es la de que estamos ante un libro dulce y gamberro, trabajado para que nos llegue y nos sorprenda. Si los niños suelen pasar una fase de preguntar incesante, constante y repetidamente «¿y por qué?», aquí se nos recuerda que en un libro, en una nana, en un arrullo, en una niña, en un abrazo está también la fuerza de cambiar el mundo: «¿y por qué no?».

(Esta nota se publicó originalmente en la revista Babar.)

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¡Darabuc sos un genio! escribis bello y me tentás con lo que recomendás. Felicitaciones porque leo tus recomendaciones hace rato. Desde Palomar, Argentina, Betty

2:43 p. m.  
Blogger Cecilia Caimi said...

Qué bellísima reseña. Dan ganas de seguir leyendo, y de acunar a un bebito...

6:14 p. m.  
Blogger Darabuc said...

Un poco sonrojado, les doy las gracias por sus comentarios.

1:51 p. m.  

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