1.6.09

Mosquito


Mosquito, de Margarita del Mazo (texto) y Roger Olmos (ilustración), OQO editora, Pontevedra, 2009.

Estamos, por ejemplo, en una biblioteca, sentados en el suelo. Los niños, en semicírculo, por delante. (Los adultos hemos puesto nuestra mejor cara de niño, para que nos dejen quedar). Una narradora —por ejemplo, Margarita del Mazo— nos ha arrancado varias risas, nos ha conquistado la atención y nos ha metido de lleno en la hora mágica de los cuentos contados.

En esta ocasión, el «Había una vez» está dando un poco de miedo: un anciano se baña en el río, como cada mañana, pero esa mañana especial se encuentra con una serpiente terrorífica que se alza frente a él y le silba: «Sssssssssííí... te voy a comer a tiii!». La respuesta que se da en este cuento de la tradición china ya la hemos oído otras veces, porque los cuentos no tienen fronteras: ¿De veras quieres carne de viejo, «dura y sosa»? «¿No sabes que hay otras carnes más sabrosas?» Ante la misma bocaza del monstruo, la posibilidad de que las haya nos gana un día de plazo. ¡Uf!

—Mosquito, la serpiente me quiere zampar. ¿Me vas a ayudar?
—¿Y qué me darás a cambio, abuelo? —preguntó el insecto.
—Una dentadura grande y dura como una excavadora. No habrá víctima que se resista.

Ahora, pausa para la emoción. ¿Quién puede sobresalir dibujando un mosquito que a la vez «parecía un monstruo chiquitito»? ¿Un animalillo que probará todas las carnes y decidirá —como bien sabemos— que «la más sabrosa es la carne humana»? Si han respondido «¡Roger Olmos!», han acertado:


Hay varias páginas de antología: el suspense de las guardas delanteras, la sombra ominosa del río, la serpiente que sala a su víctima, el abuelo que se estira las carnes miserables... y debería parar, porque he citado las cuatro primeras y no veo yo qué clase de antología está siendo esta. Pero es que hay más imágenes imprescindibles: el anciano que pide clemencia al cielo (en forma de mosquito), el personaje del herrero, la puesta de sol del abuelo y la golondrina, el mosquito devorador y el pánico en las calles, la persecución del monstruito y el inmediato regreso sangriento... hasta el mosquito furibundo de las guardas traseras. (Para los más pequeños, quizá haya que moderar con la palabra la expresividad de algunas imágenes.)

Del argumento, no les voy a contar mucho más, porque el giro narrativo tiene su gracia. Sí les diré dónde pueden situar el cuento: por ejemplo, en la tradición de las Just so stories, de Kipling (Los cuentos de así fue). Son esa clase de relatos que beben su verdad —literaria— de contarnos cómo fue que el mundo es como es hoy: ¿por qué las serpientes comen ratones?, ¿por qué las golondrinas viven en nuestros aleros?, ¿por qué son tan molestos el zumbido y la picadura de los mosquitos? Léanlo y véanlo en este cuento que emociona, intriga, sorprende y hace reír.

(Una primera versión de esta reseña se publicó en El blog de Pizca de papel.)

Etiquetas: , , ,