8.8.06

Buscando tesoros...en la literatura

"La isla del tesoro" fue publicada por primera vez en 1.883. Inmediatamente se convirtió en éxito rotundo. Hoy, es un clásico de la literatura de aventuras.

Stevenson la escribió para entretener a su hijastro, creando un mundo de misterio y suspenso alrededor de un adolescente, un pirata ebrio y el mapa de una isla donde se encuentra enterrado un tesoro.
Y... quién no ha soñado con descubrir uno? Pues aquí está. Sólo hay que dar vuelta la página y comenzar a disfrutar.

Robert Louis Stevenson nació en Edimburgo, Escocia (1850) y murió en Samoa (1894).
Ha escrito ensayos, poesía, cuentos y novelas de ficción y aventuras entre ellas "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde", "La flecha negra" y "Cuentos de los mares del sur". Muchas han sido adaptadas para niños y llevadas al cine.

La vida de Stevenson fue una gran aventura a pesar de su precaria salud. Cambió varias veces de carrera (de ingeniería naútica a derecho y de esta a su verdadera vocación: el estudio de la lengua). Viajó por Europa, vivió un tiempo en el Lejano Oeste, en Suiza, la Riviera francesa, San Francisco y Nueva York donde se hizo amigo de Mark Twain. Finalmente emprendió un largo y deseado viaje hacia el Pacífico Sur y se radicó definitivamente en Samoa donde los indígenas lo bautizaron con el apodo de Tusitala (narrador de historias). En su tumba está grabada esta palabra.

Stevenson es un artista en toda su concepción: maneja la palabra, el argumento y la estructura de la narración con una elegancia y una técnica magistral. Ante la aparición de la novela psicológica contrapone el clásico relato de aventuras donde predomina la acción, el misterio y el binario del bien y del mal. Su obra, vasta y llena de encanto, ha influenciado a numerosos escritores posteriores.


2 Comments:

Blogger Unknown said...

Me encanta Stevenson! Bien por esta recomendación. Toda su obra es impresionante. Quería contar una anécdota que escuché hace mucho en la radio y me impresionó mucho. La de la muerte de ese hombre que había imaginado a un Jekyll y a un Hyde... y el destino quiso que él vier a aambos al momento de partir.

Dice la historia que Stevenson bajó a la bodega para buscar una botella de vino, la descorchó en la cocina, y de repente llamó a gritos a su mujer: "¿Que me pasa? ¿Como, ¿me ha cambiado la cara!? ¿Que es esto tan extraño, me ha cambiado la cara?!"... y cayó al suelo. Se le había reventado un vaso sanguíneo en el cerebro y falleció un par de horas después.

11:10 a. m.  
Blogger Darabuc said...

Yo diría incluso que La isla del tesoro es un clásico de la literatura a secas: ni de la juvenil, ni de la de aventuras... No es que le falte, sino que lo sobra; es Literatura con mayúsculas. Por hacer la lista corta contiene diversión, enigma, profundidad psicológica, inquietud moral, humanidad y un trabajo lingüístico de primera categoría. Puede atraer por muchas causas y admite relecturas sin fin.

12:21 p. m.  

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